Merlo
desaparece. Desde el 2006 se había presentado indefectiblemente en todas las
elecciones políticas, en las próximas, sin embargo, permanecerá ausente por primera
vez. Puede suceder, se podría decir. Pero no a un político que ha ocupado
cargos importantes.
Merlo no hubiera
podido abandonar la política. Su grupo en Argentina es numeroso y con la
política "manya", come, algunos incluso se enriquecen. Y es por eso
que los políticos no pueden simplemente desaparecer cuando aún están en
condiciones de luchar por un escaño y por un cargo importante.
Merlo se aleja
de su criatura. El “Movimiento”, una nave capaz de navegar por todos los mares
en todas las condiciones climáticas contra viento y marea y de sacarle provecho
a todo negocito ocasional que la política ofrece, de dar cargos aquí y allá,
sobre todo en Argentina, pero también en Italia y ahora en todas partes.
El senador, en
todos estos años, ha enriquecido la política con la introducción del falso
alarde a un nivel que ni siquiera Maquiavelo había imaginado que pudiera
existir. Y luego están las promesas electorales, nunca cumplidas, pero
repetidas cada vez con un descaro épico. Sólo por su jactancia merecería un
monumento en algún lugar de la Pampa. Una ciencia transoceánica, principio
básico de la existencia del MAIE que ahora se queda sin Merlo, el político “piola”,
por excelencia. Ricardo Merlo había "marcado" con su apellido el logo
de su partido según las mejores tradiciones de los ganaderos argentinos, el
MAIE, su "vaca", por así decirlo. Ahora, sin embargo, su apellido ya
no aparece en el logo. La "vaca" se quedó sin dueño...
Está claro que estamos en presencia de la
desaparición definitiva del “Movimiento”.